26 de Julio 2004

El Dolor del Monstruo

Según el diccionario online Wordreference, el vocablo inglés freak significa en castellano monstruo, fenómeno, anomalía o fanático.

Sin embargo, a pesar de lo peyorativo del término, algunos integrantes de colectivos subculturales enarbolan la palabra freak como un símbolo, una marca de su diferencia y singularidad frente a los cánones culturales generales. Del mismo modo que Matt Murdock, algunos lectores de cómics, jugadores de rol o cinéfagos hacen del insulto un orgullo.

Yo me defino como freak, y adoro mi estilo de vida. Me siento a gusto entre mis montañas de cómics, vídeos, LPs, CDs y DVDs, confortable entre kilos de papel impreso y otros soportes que contienen mis historias y géneros predilectos, en paz junto a mis muñecos y otros tipos de merchandising (posters, llaveros, estatuillas, espadas...).

Pero todo tiene un lado malo, y ser freak es un arma de doble filo. Todos los objetos y conceptos que dan parte de sentido a la vida pueden llegar a confundirte e incluso a dañarte irremediablemente.

Ayer sufrí uno de estos inconvenientes sólo reservados a una persona freak.

Y es que sólo a una persona freak puede pasarle esto; tras darme un fuerte golpe en la planta del pie, tras ponerme crema y notar como poco a poco la hinchazón desaparecía y el moratón se desvanecía, pisé accidentalmente con la extremidad desclaza en cuestión un Dado de 8 (o D8), que, para los neófitos del mundo del rol, es un dado especial con forma de dos pirámides de 4 caras unidas por la base... Resultado: imaginadlo por vosotros mismos.

¡Que dolor, por Dios! No puedo casi ni andar...

Escrito por H. a las 4:19 PM | Comentarios (6)

22 de Julio 2004

J.

Desde hace años utilizo la inicial de mi nombre como firma, siempre me ha gustado la H, como letra y como concepto, similar al 0 matemático: una grafía sin sonido (en castellano, claro está) y un número sin representación.

Pero ayer descubrí un nuevo uso para una letra hasta ahora insulsa para mí, la J.

Y es que los cabrones de mis amigos me enseñaron, en un bar y a las 12 de la noche, un hermoso juego de dados llamado "La J.".

El procedimiento es el siguiente:

Se juega con dos dados de póquer, un vaso pequeño para cada jugador y mucha (pero mucha) bebida de carácter alcohólico (recomiendo cerveza, pero kalimocho, clara o vino también son aceptables. No probarlo jamás con Vodka, que el coma etílico es algo serio...).

Cada jugador debe tener siempre el vaso lleno. Si no lo tiene, los demás le esperan.

Al principio de la ronda, cada jugador tira un dado. Los que sacan una J quedan marcados, y durante toda la ronda, cada vez que alguien, sea quien sea, saque una J deben beber.

Cada vez que alguien levante su vaso y no le toque beber, bebe. Cuando alguien se levante de la mesa, bebe. Estas reglas se aplican continuamente.

Se asignan números a cada símbolo de la siguiente manera:
-As: 6
-K: 5
-Q: 4
-J: 3
-Rojo: 2
-Negro: 1

Seguidamente, el primero tira los dos dados, y se actúa según el resultado (siempre que uno sea una J, los marcados beben, independientemente del resultado):

-Parejas: el que ha tirado dice un nombre de algún jugador, y ambos beben su vaso. El que acabe último, bebe.
-Rojo y Negro: maldición. El que tira escoge a alguno de los jugadores y le marca una prohibición (no hablar en castellano, no fumar con la mano derecha, etc.) que dura hasta el final de la ronda. Cada vez que lo incumple, bebe.
-7: bebe el de la derecha.
-9: bebe el de la izquierda.
-8: el jugador dice "ocho" y todos beben. El último bebe otro vaso. Si no dice "ocho" y alguien bebe, se bebe otro.
-4, 5, 6, 10, 11 (siempre que no sean parejas): pasa el turno. Si saca cualquiera de las opciones anteriores, vuelve a tirar.

Probadlo si no tenéis que conducir y si no tenéis que trabajar al día siguiente.

Probablemente haya escrito un post bastante confuso, pero con la resaca que tengo tras las partidas de anoche, dad las gracias de que áun recuerde que la P con la A es PA.

Ains, que dolor de cabeza...

Escrito por H. a las 11:03 AM | Comentarios (0)

16 de Julio 2004

Los Recién Llegados

¿Creéis en las señales?

Yo no.

Soy firme creyente de la teoría de la casualidad, del Caos, como diría Ian Malcolm.

Pero, tras pasar por el mes más infernal de mi vida, entre ayer y hoy han sucedido una serie de eventos significativos que me hacen replantear mis creencias.

- Dos personas enfrentadas desde hace tiempo se reconcilian y hacen un enorme esfuerzo para intentar arreglar un problema que afecta a mí y a mis compañeros de manera directa y grave.
- Un buen amigo se libra definitivamente de un cáncer que ponía en serio peligro su dedicada y apacible existencia.
- Encuentro una prenda de ropa que no es negra y me queda bien (parece una tontería, pero no os imagináis lo difícil que es eso).
- Y para terminar, esta mañana mi jefe, amigo y maestro ha sido papá por segunda vez. Una niña que, a pesar de las dudas y augurios de los médicos sobre diversos problemas graves en la gestación, ha nacido sana, salva y sin ningún problema. Como diría Bunbury, ahora sólo falta Que tenga Suertecita.

¡Felicidades Alex, de todo corazón!

Todo esto, tras las desgracias acaecidas en los últimos tiempos, es demasiado en dos días para no pensar que quizás mi vieja amiga suerte ha regresado.

Ahora veo con otro prisma el asunto de los detectives de papel satinado.

Escrito por H. a las 1:37 PM | Comentarios (3)

8 de Julio 2004

23

El 23 me parece un número tremendamente insulso, situado entre dos números bastante más divertidos. El 22 son los dos patitos del Bingo, y el 24 es, además de las horas del día, una excelente serie de TV.

Pero bueno, hoy cumplo 23 años, así que...

...Happy Birthday to me...

(ahora que lo pienso, 23 no sería un mal título para una precuela de 24, ¿no?)

Escrito por H. a las 11:27 AM | Comentarios (7)

7 de Julio 2004

Pocas Ganas

Ayer tuve el inmenso placer de disfrutar de un increíble concierto de Enrique Bunbury en el bello Palau de la Música de Barcelona, un escenario tan inusual como especial.

Podría contaros paso a paso, nota a nota, canción a canción lo que sucedió tras las paredes del Palau, la fuerza, la energía, el talento y el carisma que derrochan el cantante aragonés y su banda, el Pequeño Huracán Ambulante. Intentaría relatar las anécdotas, el homenaje a Marlon Brando y todo lo que sucedió allí.

Pero, por causas que ahora no vienen a cuento, no me apetece nada.

Quizás lo haga en unas horitas, o quizás pase de todo.

Perdón por el tono melodramático, pero ahora mismo no me sale otro.

Escrito por H. a las 1:03 PM | Comentarios (0)