Iba a colgar un post sobre cómo ha ido la semana, pero he escuchado una vieja canción que creo que resume perfectamente mi vida en los últimos 7 días, y estoy tan vago que ni siquiera me apetece intentar ser original.
Wake up in the morning, I look at my clock
It's way past noontime, I'm late for work.
Tell me what have I done wrong?
Nothing can go right with me it must be that I've been smoking
Too long
Go to fix me some breakfast, I ain't got no food
Take me a shower, the water don't feel no good.
Tell me what have I done wrong?
And nothing can go right with me must be that I've been smoking
Too long
I got opium in my chimney, no other life to choose
Nightmares made of hash dreams, the devil in my shoes.
What have I done wrong?
Yeah nothing can go right with me it must be that I've been smoking
Too long
When I'm smoking, smoking, put my worries on a shelf
Try not to think about nothing, don't wanna see myself
What have I done wrong?
And nothing can go right with me it must be that I've been smoking
Too long
In this blues I'm singing, there's a lesson to be learned
You go round smoking, you're gonna get burned
Fuck me what have I done wrong?
Nothing can go right with me must be that I've been smoking
Too long
Too long.
Been Smoking Too Long - Placebo
A los once años mi madre me llevó al cine a ver Algunos Hombres Buenos. Acostumbrado a películas fantásticas, épicas o históricas, no tenía muy buenas expectativas sobre una película de abogados, pero salí de la sala profundamente emocionado. Daniel Kaffee era mi modelo, aquello que yo quería ser, en lo que iba a convertirme de mayor. Desde ese instante desee ser abogado: tener al jurado a mis pies mientras luchaba contra las injusticias y las mentiras para desentrañar la verdad.
La cosa duró un par de años en los que devoré con avidez toda película y serie de juicios que pasaba frente a mis ojos: Anatomía de un Asesinato, Matar a un Ruiseñor, Perry Mason y un larguísimo etc. Pero un día vi The Paper, y Michael Keaton me cautivó. Desde ese instante soñé con decir algún día "Paren las máquinas" en una enorme sala de ruidosas rotativas. Soñé con perseguir la noticia a todas partes, conocer los entresijos de los periódicos, ser el que escribía esas líneas que todo el mundo parecía respetar. Quería ser periodista. Repetí el proceso de mi época de abogado wanabee, pero esta vez duró menos, ya que una noche acudí con unos amigos al estreno de Pulp Fiction y salí dudando. La película era increíble, había calado en mí, profundamente, y no sabía por qué, ya que no me identificaba con ninguno de los personajes.
La volví a ver doce veces en salas y la debo haber visto varios cientos en VHS y DVD, y descubrí por qué me gustaba tanto: por cómo estaba construida. El héroe para mí ya no era un personaje, sino quien movía los hilos: el director. Recapacité y me di cuenta que todas mis "vocaciones" venían dadas por películas. Lo que me emocionaba no eran los personajes, sino como los presentaban. Lo que realmente quería ser era cineasta.
Y bien, hoy en día, parece que he descubierto mi vocación, e intento convertirme en director con todas mis fuerzas (y las de otros), pero siempre lo he visto como algo imposible, impracticable para alguien como yo. Pero hoy me han comunicado que el primer corto que he hecho junto a cinco amigos adorables y otro casi detestable ha sido seleccionado para competir en la sección Nuevos Autores del Festival Internacional de Cine de Cataluña: Sitges 2003 al el mejor guión y mejor dirección. Por fin empiezo a ver que no todo es tan imposible, y que a lo mejor me puedo ver algún día estrenando mi propia película y pensar que a lo mejor hay una persona por ahí a la que le ha emocionado tanto como a mí me emocionaron Algunos Hombres Buenos, The Paper o Pulp Fiction. Y eso me hace muy feliz. Y si encima ganamos ya va a ser la ostia.
A veces pienso que el mundo virtual nos da una segunda oportunidad para enmendar en él nuestros errores del mundo real. A veces pienso que a la hora de crearnos una personalidad virtual desligada de nuestra corporeización analizamos nuestros fallos e intentamos corregirlos.
Pero me engaño.
A la hora de "ser" virtualmente, intentamos consciente o inconscientemente devolver todo el daño que nuestras relaciones físicas nos han causado; aquel con el que se metían sus compañeros de colegio acaba metiéndose con los que ve más débiles; el que no se atreve a acercarse a un miembro del sexo opuesto por timidez termina asaltándolos sin orden, concierto ni delicadeza en la red; el que no se atreve a exponer sus argumentos por miedo a la respuesta acaba destrozando los argumentos de los demás sólo por el placer de hacerlo, el considerado extraño por los demás se erige en elitista de la red, etc... Yo mismo lo he hecho algunas veces, y a pesar de que intento evitarlo, es fácil ver en esa persona anónima a la que creemos no poder dañar sólo por el hecho de no ver sus lagrimas un punching ball emocional contra el que lanzar todas nuestras frustraciones. Pero ese punching ball se molesta, llora y se enerva, cómo todos ante un ataque, y su única respuesta es el contraataque. De esta manera, en la comunicaciones virtuales es más frecuente que la personalidad preceda o incluso anule el mensaje en sí, haciendo de internet un cúmulo de egos sin nada que decir excepto imponerse a los demás.
Obviamente estoy generalizando, y probablemente me equivoque, pero esto no es más que una opinión personal fundamentada en mis experiencias, y por lo tanto irrebatible en mi microcosmos social.
¿Es cosa mía o todo esto suena muy pedante?
Hoy me he sorprendido escuchando dos discos que llevaban bastante tiempo pillando polvo en mi estantería. Uno de ellos es el famoso The Rise & Fall of Ziggy Stardust del gran David Bowie, y el otro es Mechanical Animals, de Marilyn Manson. La verdad, como gran seguidor del glam, creo que no se puede encontrar dos obras más interesantes que estas. En el primero Bowie asienta las bases de las lentejuelas y la purpurina que salpicaron parte de los 70, y que hoy en día algunos echamos mucho de menos, más que nada por que no nacimos a tiempo de vivirlo.
Lo curioso es ver como ambos discos recurren a la misma temática, pero el de Bowie es ingenuo, casi pueril, de una época en la que el espacio era visto cómo la última frontera, una época anterior al Challenger, una época en que la mayoría de los chutes de LSD y otras drogas llevaban al viajero a un mundo de estrellas sin peligros ni miedos (la letra de Space Oddity lo dice todo). En cambio, 20 años después, Marilyn Manson retoma el tema del espacio pero con un significado muy distinto: de soledad, de fracaso, de muerte y desesperación. De vacío.
Las drogas, mentadas de manera muy superficial en Ziggy Stardust, son objeto de varias canciones del Mechanical. Incluso dos de ellas las hacen aparecer en el título (I Don't Like The Drugs (but the Drugs Like Me) y The Dope Show), declarando el papel que juegan en una estética que ha evolucionado hacia una vertiente más oscura, pero que sigue manteniendo la androginia y la libertad sexual como punto central.
A veces me pregunto como una persona como yo, monógamo, fielmente enamorado y nada extremista en el vestir, puede sentir tanta fascinación por esta estética. Quizás es por el anonimato buscado en el extremismo, quizás es por una cobardía inconsciente. Sin embargo, lo más seguro es que sea porque el Glam fuera de los focos y las cámaras se torna en algo inevitablemente patético, porque requiere ese distanciamiento que, del mismo modo que las estrellas que inspiraron a Bowie en Starman, mantiene un misterio y una adoración que se hace añicos una vez tocas el objeto de deseo. Afortunadamente algunos mantienen esa pequeña llama viva con estilo y conciencia, adaptándola y reinventándola, gente como Brian Molko y su banda, Placebo, a los que debemos agradecer que el Glam no haya muerto aún.
Visto que la cabecera del blog la hice a las 4 de la mañana tras fumarme una chinilla que me dejó una amiga, abro un concurso para que cada cual diga que le evoca o parece la tontería photoshopesca que encabeza este blog.
Son las 6 y cuarto de la mañana, y mi potente tabaquismo lucha contra la siempre incansable vagancia en el campo de bajar a buscar tabaco a la gasolinera. Afortunadamente para mis pulmones, de momento gana la vagancia, pero si no pongo las manos a hacer algo la derrota la sufrirán mis uñas.
Así que, de repente, me he puesto a rediseñar el blog. He hecho un banner de título chulo, pero no sé como ponerlo. He pensado en algunas barras de separación que podrían quedar bien, colores para los links, etc... pero mis ojos se pierden en el mar de código del movablepollas este, y no sé ni por donde empezar.
En estos momentos envidio a Leticia. Si yo fuera una guionista de calcetines horteras, gafas, sonrisa tan preciosa como intimidante y mucha suerte, podría despertar a un osito grande que duerme junto a mí y pedirle con muchos mimos que me ayudara a hacer todo esto. Pero, por suerte para mi (poco) orgullo de macho, no lo soy, y tendré que esperar hasta dios sabe cuando para que Joan me ayude con esto, y mientras escucho "The Speed of Pain" de MM tengo que aguantar las miradas burlonas que Hedwig me dispensa desde la parte superior de mi ordenador.
Maldito pajarraco...