Hoy vamos a hablar de cómics.
Concretamente de comics Marvel.
A lo largo de los últimos 50 años, los cómics Marvel han dado al mundo una serie de iconos populares de gran importancia para la cultura pop en general. Spiderman, la Patrulla X, mi querido Daredevil, el Capitán América, etc. La lista podría ocupar varios blogs enteros. Pero, por cada personaje de éxito que ha obtenido la Casa de las Ideas, veinte más han pasado sin pena ni gloria por las páginas de sus cómics, algunos con mayor fortuna que otros, y algunos cuyo concepto inicial ya los condena al olvido más saludable e inmediato. Pero muchos de estos, aunque cutres o rebuscados, tienen su gracia, como las películas de los Wayans: el Matador, el Zancudo, HERBIE, Namorita, etc.
Pero, entre todos los personajes made in Marvel hay uno que se lleva la palma.
Uno que no debío existir jamás.
El mayor despropósito jamás impreso en 24 páginas.
Franklin Richards.
Tras largas y arduas disquisiciones, he llegado a la conclusión de que ODIO a al puto hijo de los por otra parte excelentes Reed y Sue Richards, cuyos poderes mal calibrados por los guionistas y sus incesantes reapariciones extradimensionales, extratemporales o extratolerantes no hacen sino empañar la trayectoria de uno de los mejores iconos de la segunda mitad del siglo XX.
Menos mal que en la peli no sale, sino sí que me daba algo...