La Quinta Hoja del Trebol

Apretarse el cinturón

Bueno, parece que entramos en una nueva dinámica.

Mi estimada consorte acabó COU hace 4 años con unas notas de vértigo, pero sin medios. Quería hacer Diseño Gráfico, su pasión, inducida y animada supongo por el quehacer diario de nuestra adorada y adorable Ruth, pero era imposible: pocas escuelas, ausencia de centros públicos en la Ciudad Condal y unos precios astronómicos la obligaron, a pesar de sus calificaciones, a decidirse por otra cosa.

Empezó con periodismo. No funcionó. Demasiado lejos tanto física como conceptualmente de las necesidades e inquietudes de M. Total, lo dejó en segundo, y buscó otra carrera en la que se sintiera más cómoda...

Pero la falta de ofertas atractivas le hizo cambiar el chip: "ya que no puedo hacer lo que quiero por culpa del dinero, asegurémonos de que nunca nos faltará pasta a partir de ahora". La elección más obvia según esta motivación era A.D.E (Administración y Dirección de Empresas), además a mi niña se le dan bien los números. Resultado: debacle total, ausencia total de motivación y de pasión por una carrera calificada como más difícil que medicina, sin contar con que reclamaba horario completo, mañana y tarde cada día. Dos años más perdidos.

Cuatro años han pasado, cuatro años de fracasos generales que la tenían en vilo constante, con crisis y sensación de impotencia incluidas. Pero ayer, en apenas 24 horas, todo cambió. En cuatro años se han abierto una multitud de escuelas de Diseño Gráfico en Barcelona, y los precios han pasado de oscilar entre 5.000 y 6.000 € por curso a costar 3.200 €. Si a esto sumamos que sólo requiere horario matinal y que yo ahora tengo un sueldo que puede servir de cojín, M. ha decidido matricularse, pagarlo todo entre los dos y lanzarse a por lo que siempre le ha gustado. El centro escogido: IDEP, una prestigiosa escuela universitaria con un montón de premios en el campo audiovisual y del diseño gráfico, cuya matrícula se cierra hoy. Anoche estuvimos moviendo el pastón necesario para la matrícula, consiguiéndolo de donde podíamos (más que nada por la tempestividad del evento) y lo conseguimos. En estos instantes mi niña debe estar firmando su matriculación. Ahora sólo falta esperar que mi amiga la suerte nos acompañe un poco más y que una jugosísima oferta de trabajo se confirme, agradable y entre amigos, y le permita dejar el puesto de libros donde está ahora mismo.

De acuerdo, tendremos que apretarnos el cinturón y trabajar el doble de duro, sobre todo ella, pero un paso así es importante, vale la pena y ahora es el momento. Ya no más esperas, ya no más alternativas. Será duro, pero los diamantes de felicidad que anoche recorrían sus mejillas y todos los pequeños trabajos que anteriormente ha realizado en el campo del Diseño Gráfico me demuestran que esta vez va a la vencida.

Ningún túnel carece de salida.